viernes, 31 de julio de 2015

Los Cantonalistas de Cartagena en Garrucha en 1873



El Cantón de Cartagena, último bastión del cantonalismo en España, se encontraba asediado por las tropas gubernamentales de la I República desde el 15 de agosto de 1873. La situación interna del Cantón empezaba sufrir las consecuencias del duro sitio y la necesidad de conseguir víveres y dinero con que continuar de manera efectiva su rebelión se hizo evidente. Por ello, los cantonalistas, al controlar una parte de la Armada Española, emprendieron algunas expediciones por el litoral levantino en busca del ansiado avituallamiento. Una de estas incursiones les llevó a Garrucha.

Cabecera del periódico "El Cantón Murciano. Diario Oficial de la Federación". (Cartagena, 8/10/1873)
(http://hemeroteca.regmurcia.com/)

D. Antonio Gálvez Arce
(http://www.regmurcia.com)
Amanecía en Garrucha el 3 de octubre de 1873 cuando los garrucheros divisaron frente a su playa dos buques militares fondeados. Eran la fragata “Tetuán” y el transporte “Despertador del Cantón”. A bordo de los mismos iban el Comandante en Jefe de las tropas cantonalistas, D. Antonio Gálvez, sus ayudantes, dos miembros de la Junta del Cantón de Cartagena, la Compañía de Guías del General y un buen número de soldados. En total, alrededor de 1600 personas. En Garrucha desembarcó una fuerza invasora de 600 hombres a cuyo frente estaba su líder D. Antonio Gálvez. 

Como relató la prensa de Madrid: "La Junta Cantonal se estableció en casa del juez municipal D. Juan Francisco Berruezo, y allí fueron los cónsules de Francia, Portugal (D. Francisco Berruezo López) e Italia a conferenciar con Gálvez, quien les manifestó que respetaría los intereses de los súbditos extranjeros y en general los de los vecinos de Garrucha, pues su único objeto era arbitrar recursos y víveres en los pueblos inmediatos al cantón, ofreciendo pagarlos con los efectos de que se podía disponer en Cartagena, como cáñamo, lonas, etc. Más tarde fueron llamados a capítulo los comerciantes y mayores contribuyentes y los administradores de aduanas y de estancadas (D. José Segura Berruezo), que habían puesto pies en polvorosa, presentándose en su lugar el contador de aduanas y un empleado de estancadas. A los primeros se les intimó la orden de aprontar mil duros, y aunque a duras penas, los aprontaron, y a los segundos se les mandó abrir las cajas y almacenes, en los cuales, como es consiguiente, se hizo el vacío. El contador de aduanas fue amenazado, por no presentar los libros, con ser conducido a Cartagena a responder a responder de aquella informalidad. […] El ayudante de marina estuvo también en peligro, como el contador de aduanas, de ser llevado a Cartagena, gracias a que se refugió a tiempo en casa del cónsul inglés [...]." (El Imparcial, Madrid, 12 de octubre de 1873)
El periódico El Cantón Murciano, a fecha 8 de octubre de 1873, narró lo acontecido de la siguiente manera:

En la noche del 2 (de octubre) salieron de nuestro puerto (Cartagena) el “Despertador” y la "Tetuán" llevando a su bordo fuerzas de voluntarios de desembarco y la compañía de guía del general en jefe, todo al mando del ciudadano Antonio Gálvez, en la mañana siguiente daban fondo en el pueblo de Garrucha distante 13 leguas de Almería; el desembarco se hizo con gran precisión y rapidez; pero no hubo resistencia alguna, antes al contrario la población, excepción hecha de alguno que otro ciudadano que tuvo por conveniente en poner en salvo su pellejo, se mostró simpático a nuestros expedicionarios, fraternizando a los entusiastas vivas dados a la República Federal, al Cantón murciano y al jefe de la expedición Antonio Gálvez, que era objeto por parte de todos de las mayores atenciones, siguiéndola por doquiera una multitud ansiosa de conocer y de estrechar su mano.
Después de haber tomado raciones y organizado el servicio de Administración para las incautaciones de víveres en dicho pueblo quedó una comisión encargada y alguna fuerza, […]
Pese a que el periódico, propaganda cantonal, comenta que se acogió con entusiasmo a la fuerza invasora en Garrucha, lo cierto es que no debieron despertar excesivas simpatías en el municipio sino más bien respeto y temor.

Los cantonalistas saquearon en Garrucha los diferentes almacenes de víveres que poseían los comerciantes, la Aduana y la Administración de Rentas. También exigieron al Ayuntamiento, presidido por D. Pedro Berruezo Soler, un elevado tributo para su causa. La Municipalidad sólo disponía de 3000 reales, por lo que tuvo que solicitar a las familias pudientes el préstamo de 20.000 reales con los que poder hacer frente a la demanda de los intransigentes y así evitar males mayores.

La familia Berruezo puede dar una pincelada de cómo le afectó comercialmente la requisa cantonal en Garrucha:

D. Francisco Berruezo López
El potente empresario Don Francisco Berruezo López en carta a los Sres. Alesán Hermanos del comercio de Barcelona, a fecha 12 de noviembre de 1873, comentó:

[…] agradeciéndole su buen deseo, tengo el gusto de decirles que escapé regular de la invasión consabida, y que respetaron mi casa porque veían izado el pabellón de la Nación (Portugal) que represento.
En el mismo sentido, el destacado comerciante Don Manuel Berruezo Ayora, en carta dirigida a los mismos empresarios de la ciudad condal, a fecha 18 de noviembre de 1873, manifestó:

Ya dije a Vds. en mi carta del 11 pasado que los insurrectos de Cartagena se habían llevado 200 sacos de los 500 que me habían Vds. mandado para llenarlos de jaboncillo y gracias que pude salvar los otros 300. Vds. saben ya las pérdidas que además sufrí yo […]
D. Miguel Sáez Rodríguez
(Extraída del libro Memoria Fotográfica de
Garrucha (1838-1936). La Historia Quieta Vol. III)
También en el libro Memoria fotográfica de Garrucha (1838-1936): La Historia Quieta se recoge una anécdota de la invasión cantonal y que tiene como protagonista a D. Miguel Sáez Rodríguez, empleado de la Casa Comercial de Don Manuel Berruezo Ayora. Se cuenta que llegados los cantonalistas a Garrucha, este empleado escondió el importe económico completo de un embarque de mineral en un pozo. Tras la marcha de los cantonalistas, entregó a su jefe el dinero, a pesar de haber tenido oportunidad de quedárselo, ya que todo el pueblo pensaba que el dinero se había perdido con motivo de la requisa que ejercieron en el pueblo los revolucionarios. Este hecho le granjeó fama de hombre honorable e íntegro en Garrucha.

Las tropas cantonalistas también lograron incautarse de comestibles y dinero en Vera y Cuevas del Almanzora e incluso llegaron en su rapiña hasta Antas, Mojácar y Turre. Se hicieron con un elevado botín en metálico de 5000 duros (100.000 reales = 25.000 pesetas) y en víveres (harina, tabaco, trigo…) valorado en unos 10.000 duros (200.000 reales = 50.000 pesetas). Además llegaron a confiscar 20 caballos, aunque por el mal tiempo que se dio en la mar no pudieron llegar a embarcarlos.

Por suerte, parece comprobado que no hubo que lamentar muertes, ya que los pueblos afectados, desbordados por la situación y pillados de improviso, colaboraron para evitar problemas.

Panorámica de Garrucha a finales del siglo XIX. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

Finalmente, el 5 de octubre de 1873 se concentraron las tropas invasoras en Garrucha para proceder al embarco de toda la requisa y la fuerza expedicionaria. Al día siguiente partieron los buques rumbo Cartagena, regresando la tranquilidad y el alivio a Garrucha.

El 9 de octubre, el Ayuntamiento de Garrucha, en sesión plenaria, acordó devolver, cuando le fuera posible, los 20.000 reales a los vecinos que habían socorrido a la Municipalidad para hacer frente a la cantidad exigida por los cantonalistas de Cartagena.


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