viernes, 9 de octubre de 2015

D. Pedro Berruezo Soler (1805-1878). Parte I


Carlos IV, Rey de España cuando nació
nuestro familiar biografiado
Don Pedro Berruezo Soler nació en Vera (Almería) el 29 de marzo de 1805. Era hijo de D. Juan Francisco Berruezo Campoy y Dña. Isabel Soler López.

Se crio en el seno de una familia acomodada de la ilustración veratense. Su abuelo D. Pedro Berruezo Caparrós fue un acaudalado comerciante, importante hacendado y funcionario de la Real Hacienda como Mediero de Sal en Vera. Su padre D. Juan Francisco Berruezo fue también empleado de Rentas Reales en el mismo municipio. Asimismo, y como curiosidad, cabe comentar que D. Pedro Berruezo Soler era sobrino del famoso espía y aventurero español D. Domingo Badía, más conocido como Alí Bey, ya que éste se había casado con su tía, Dña. María Lucía Berruezo Campoy. (Ver: Alí Bey y su relación con la familia Berruezo en Vera)

En agosto de 1812, a la edad de 7 años, quedó huérfano de padre al fallecer éste en la fatídica epidemia de fiebre amarilla que asoló Vera en esos años, en la que perecieron 1400 personas. Tras este triste trance familiar, Don Pedro Berruezo debió ser educado bajo la influencia de su abuelo, ya que de él aprendió el oficio de Rentas.

Tras trabajar durante su adolescencia como salvaguarda y mozo de almacén de la Administración de Rentas Reales en Vera, en 1828 solicitó al Contador de Rentas de la Provincia el empleo de Medidor de Sal, cargo que venía ostentando su familia desde época pretérita y que le fue concedido. Fue el inicio de una carrera en la Real Hacienda que le llevó a tener diversos nombramientos con el paso del tiempo: Medidor de Sal en Vera (1828), Escribiente de la Contaduría del Partido de Loja (1829), Fiel Toldero de Sal de la Administración de Vera en Garrucha (1832), Fiel de Cargadas de Garrucha (1838-1845) y Villaricos (1841), Fiel Toldero de Sal de Garrucha (1846), Interventor de la Aduana de Garrucha (1847)… hasta ostentar la Contaduría y la Administración de Rentas de la Aduana de Garrucha, uno de los cargos de Hacienda más relevantes de la Almería y la España de su época, dado el enorme trasiego comercial, industrial, importador y exportador que comenzaba a tener la rada de Garrucha como consecuencia de la fructífera actividad minera. 

En noviembre de 1865, Don Pedro Berruezo se jubiló como funcionario de la Real Hacienda tras toda una vida consagrada a este servicio público. No obstante, no fue su única proyección profesional, ya que también se dedicó con éxito a la compra-venta de propiedades y a la inversión minera, lo que le hizo amasar una importante fortuna. Esta faceta se verá en próximas entradas de su reseña biográfica.

Sobre la administración de la “Sal”, conviene recordar la trascendencia que tuvo en su época, ya que desde el Alfolí de Sal de Garrucha se surtía a más de 40 municipios de tan necesario compuesto químico para la conservación de los alimentos.

Buque descargando en la playa de Garrucha. Finales del siglo XIX.
También, como dato ilustrativo de la importancia de Garrucha puede reseñarse lo registrado en los años 1845 y 1853. En el año 1845 llegaron a la playa-embarcadero 421 buques, que descargaron 17.341 toneladas de mercancía y se exportó, a su vez, en 352 buques, 14.842 toneladas. En 1853 se embarcó por la Aduana de Garrucha más de 3.500 toneladas de plomo procedente de la actividad industrial minera. La importancia de la rada garruchera fue aumentando al mismo ritmo que crecía la economía de la región, como consecuencia de la industria minera.

La vinculación de D. Pedro Berruezo Soler no se limitó a la Aduana de Garrucha. Se asentó en la todavía pedanía de Vera en la década de los años 30 del siglo XIX y pronto dejó profunda huella en la Historia garruchera. Una prueba de la estima y respetabilidad que le profesaban sus convecinos, así como del compromiso que tenía con Garrucha este prohombre, se puede leer en la página 72 del libro Historia de Garrucha, publicado en 1921, donde Don Pedro Berruezo fue uno los impulsores de la construcción de su segundo cementerio:

“Al año siguiente de 1848, se construyó el primer cementerio que hubo en la localidad; antes de esta fecha se hacían los enterramientos en el de Vera. La primera necrópolis estaba en el sitio llamado la Puntica, y no reunía las condiciones necesarias, hallándose las sepulturas poco resguardadas de profanaciones; así ocurrió que un día en que se había enterrado un niño, sacaron los perros el cadáver destrozándolo, y la familia, llena de dolor, acudió a casa de D. Pedro Berruezo dándole cuenta de lo ocurrido. El hecho produjo mucha sensación en el vecindario; enterrose nuevamente a la criatura en una profunda fosa, y aquella noche se reunieron en casa del Sr. Berruezo varias personalidades, acordando construir un cementerio a sus expensas, rodeándolo de tapias y cerrándolo con una puerta prevista de cerradura. […] inaugurándose solemnemente esta necrópolis con asistencia del Párroco de Vera, que después de bendecirla, recogió la llave, encargando que cuando hubiese algún sepelio se le mandara aviso. Así se estuvo practicando con gran incomodidad de los vecinos, hasta que D. Pedro Berruezo consiguió que la llave quedara en su poder.”

[Continuará]


No hay comentarios:

Publicar un comentario