martes, 6 de octubre de 2015

Historia antigua de Garrucha II


Vista panorámica de Garrucha hacia 1900. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

Se transcribe el segundo artículo de colaboración la serie de diez comentada en la entrada Historia antigua de Garrucha I:

LA TORRE DE LA GARRUCHA
A Bernardo Berruezo
Atendiendo las indicaciones que los de EL ECO DE LEVANTE  me hacen, voy a seguir mi tarea relatando, aunque sea a grandes rasgos, aquellas guerras que los mojaqueros tenían con los de Vera a últimos del siglo 15 y primeros del 16, que siempre terminaban con un abrazo que ambos combatientes se daban, para volver al poco tiempo de las capitulaciones a romper las hostilidades.
La culpa de esos hechos, según documentos que tengo a la vista, la tenían los mojaqueros, que eran inquietos, ambiciosos, revolucionarios; de que decían hoy, no parecía mañana; de donde resultaba que sólo por ellos nada más, no había paz en toda esta comarca. Buscaban alianza en sus planes con los lugares de Turre y Serena y las villas de Cabrera y Teresa.
Por las mismas causas que motivaron las capitulaciones del 28 de Abril de 1498, por esas mismas volvió a reanudarse la guerra entre estos dos pueblos, y después de cinco años de constante inquietud en el país, los combatientes se reunieron en su célebre Torre de la Garrucha, y allí, el martes 4 de Abril del año 1503, se dieron un segundo abrazo de paz y de concordia, y acordaron las siguientes nuevas capitulaciones:
1ª.- Que ningún vecino de Vera y Mojácar, ni forastero, sea osado de cargar ningún pescado de los mares de ambos pueblos, sin que antes lo hiciesen saber para pagar el correspondiente impuesto, con el fin de atender al reparo de los muros de Vera y Mojácar. Que el que no lo manifieste caía en pena de 200 maravedises, repartidos por terceras partes, una para la Torre de la Garrucha, otra para el acusador, y la tercera para el Juez que sentenciara.
2ª.- Que ningún forastero lleve cargas de pescado sin que le traigan la provisión, so pena de pérdida de la carga.
3ª.- Que los arráez (patrones de barcos de pesca) de Vera, Mojácar y sus términos sean obligados a dar pescado a ambos pueblos antes de venderlos a ninguna otra persona, so pena de 200 maravedises repartidos en la forma anterior.
4ª.- Que cuando algún arráez no quisiera dar pescado a algún traginero de Vera y Mojácar, que hicieran testigos, manifestando el caso a la Justicia de donde fuese vecino, o Alguacil de la Torre para que se ejecute la citada pena de 200 maravedises.
Intervinieron en estas capitulaciones los señores Pedro de Campuzano, Alcalde mayor, Teniente Corregidor de Vera y su tierra; Fernando Julián y Juan García de Cánovas, regidores de ella; Miguel Giménez, Alcalde, Teniente Corregidor de la villa de Mojácar; Juan de Herrera y Juan de Escamez, Regidores de esta Villa, representando a la fe pública Martín Ruiz, Escribano de la ciudad de Vera, y Lope Morales, de la de Mojácar.
No terminaron con esto las luchas de ambos pueblos, porque como dice el adagio: “ni caldo recalentado, ni amigo reconciliado”, y volvieron a la pelea a los pocos años, por culpa de los mojaqueros.
Rudericus

(El Eco de Levante, Garrucha, 8 de diciembre de 1901)


No hay comentarios:

Publicar un comentario